19 de agosto de 2018

Las emociones y el cuerpo

En las sociedades occidentales, a menudo operamos con una separación ligeramente artificial entre el cuerpo y la mente. Incluso nuestro sistema de salud distingue lo que concierne a las dolencias y enfermedades corporales de lo que concierne a los pensamientos, sentimientos y experiencias. Hoy, sin embargo, sabemos que el cuerpo y la mente están mucho más conectados de lo que solemos pensar en nuestra vida diaria. Esto es especialmente cierto cuando se trata de emociones.

La base de nuestras emociones son las activaciones biológicas, neurológicas y hormonales que experimentamos como sensaciones corporales. Por ejemplo, cuando te sientes triste puedes sentir dolor abdominal, cuando estás asustado sientes confusión en todo tu cuerpo, cuando estás feliz puedes sentir un calor y una calma agradables.

Debido a que las emociones se sienten sobre todo en el cuerpo, a menudo utilizamos mecanismos corporales para regularlas. Por ejemplo, la mayoría de las personas pueden notar que cuando sienten dolor emocional suspiran, toman respiraciones profundas o aprietan los músculos del estómago. Quizás hayas experimentado lo agotador que puede ser contener tus lágrimas. Si bien está perfectamente bien contener las lágrimas de vez en cuando, puede ser agotador no poder expresar nunca las emociones. Si tienes muchas emociones sin procesar y nunca las expresas, generalmente aparecen dolencias, dolores y molestias corporales.

No es raro, por ejemplo, que las personas que luchan con muchos sentimientos dolorosos y nunca se enfrentan a ellos experimenten rigidez en el cuello y los hombros, dolores de cabeza, tensión en la mandíbula, dolores de espalda y problemas de digestión. Algunos también recurren a otras formas físicas de manejar sentimientos, como el alcohol, otras drogas, la comida o el ejercicio excesivo, que a su vez pueden causar daño al cuerpo.

Es importante saber que tener emociones dolorosas nunca es peligroso en sí mismo, aunque puede ser agotador, atemorizante y abrumador. Generalmente es más doloroso no tener emociones que tenerlas. A menudo, cuando trabajamos con emociones en terapia, trabajamos mucho para poder permitir que las emociones difíciles estén allí, y luego encontrar buenas maneras de manejarlas o incluso cambiarlas. Esto generalmente reduce las dolencias corporales.